11.10.2007

Bjork es una margarita.

El vivero apareció de la nada. La mujer que atendía insistió en que siempre estuvo ahí, pero Margarita O. está segura que fue una sorpresa fantástica e irreal del destino.
Las margaritas costaban $550 y venían en unas macetas de lata. -¿Cuántas quieres? - preguntó la mujer de amable sonrisa. Adentro del vivero el calor era sofocante y faltaba aire. Lo único bueno era el olor a tierra húmeda que escapaba de las macetas.
-Sólo quiero una - contestó Margarita O. mientras se agachaba sobre las flores para escoger la suya. Dos margaritas iban a ser un problema. No quiso ni imaginar el caos que se armaría con una tercera.
Eligió una maceta que sólo tenía una flor. Todas las otras latas tenían varias margaritas asomándose desde la tierra mojada. -Es como una solitaria como yo- pensó al tomarla entre sus manos - Me llevo ésta - le dijo a la mujer de mejillas rosadas.
Tomó el colectivo y sentó a la margarita en sus piernas. Quiso hablarle, pero no supo qué decirle. Por la actitud de la flor, desganada y algo decaída, pensó ella también sentía lo mismo. A Margarita O. le agradó saber que tenían las mismas reacciones.
Ya en su casa, se sentó junto a la margarita. Miraban el mar desde la solitaria terraza del departamento -Decidí que te llamarás Bjork- le dijo sonriendo. Ya le estaba gustando su compañía. -¿Te gusta el nombre? Bjork , la verdadera, sólo hace cosas bellas e irreales. Se parece a ti -
Pero la margarita respondió con fría indiferencia y siguió con los pétalos caídos. A decir verdad, esa margarita que le hablaba no le interesaba en lo más mínimo. Al menos por ahora.